AFPVisual N9

78 AFP Visual Otra mirada Hubo un tiempo en el que ir al Zoo era ir a pasar el domingo con la familia y pasarlo lo mejor posible viendo toda clase de animales exóticos y no tan exóticos, el festival acuático de los delfines, aquel gorila blanco único en su especie que un tal Jordi Sabaté Pi trajo desde Río Muni hasta Barcelona y cuyo nombre era Copito de Nieve. Eran otros tiempos. Hace poco volví al zoo y claro el tiempo ya no es el mismo.Ahora todo está casi vacío, los delfines ya no están, Copito murió, la mitad de los animales que antaño hacían las delicias de niños tampoco estaban. Deambulé por el recinto en busca de recuerdos pasados, pero no los encontré. Habíamos salido recientemente del confinamiento que nos habían impuesto, a causa de la pandemia que un bichito, al que le pusieron de nombre Covid-19, y una vaga sensación se apoderó de mí. Al encontrarme cara a cara en la zona de los simios, sentí una sensación de impotencia al verlos deambular sin rumbo por el poco espacio en el que se encontraban. Unos dando vueltas y más vueltas, sin un rumbo fijo, otros moviendo su cuerpo de un lado a otro como intentando buscar algo que no tenían, ¡“la libertad”! Recordé los momentos en los que estuvimos privados de esa ansiada libertad. En los momentos en que salir a sacar al perro era todo un placer, y para los que no tienen perro se conformaban con sacar el carrito de la compra.Fueron 45 días, pero nos volvíamos locos al estar en casa sin salir, sin ver a la familia, sin ir a los lugares de siempre, y si en 45 días nuestra vida empezaba a cambiar me imaginé a esos animales privados de su libertad durante el resto de sus días. Hago este artículo en honor a esos animales que están en cautividad para que nosotros podamos disfrutar de ellos cada vez que vamos al zoo. Fotografies i textos de: Matías Maya Soci Agrupació Fotogràfica Prat REPORTATGE

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