AFPVisual N17

77 Agrupació Fotogràfica Prat Esto implica una pérdida de flora y de fauna clave y un desgaste del suelo que no facilita la regeneración. La diferencia de los incendios de antaño era que el fuego pasaba rápido por una zona, pues la madera y plantas del suelo se aprovechaban en los pueblos para todo, por tanto, el bosque lograba regenerarse en muy poco tiempo y aún crecían los árboles con más fuerza si cabe. En este incendio, en Montán se quemaron la mitad de los bosques del término municipal. El fuego llegó a estar muy cerca de las casas (algunas a menos de un metro), y si no hubiese sido por la rápida intervención de los bomberos, hoy hablaríamos no sólo de pérdidas medioambientales, sino también emocionales (viviendas, negocios, recuerdos…). En los últimos 30 años ha habido dos incendios muy graves contando a este, y otros dos graves, junto con algunos pequeños. No es nada nuevo para los habitantes de la zona, pero es algo que les gustaría evitar. Muchas de las conversaciones que se han generado en los últimos años entre las personas de la zona y que las que vamos a disfrutar del monte giraban alrededor que lo que podría suceder si, por el motivo que fuese, se prendiese fuego en algún punto cercano. Parece que nuestras palabras fueron premonitorias, ya que antes de lo que no hubiese gustado, se produjo esta catástrofe natural. Era una crónica de un incendio anunciado. En las imágenes podréis ver el cómo quedó el monte tras el incendio. Están tomadas unas dos o tres semanas después del incendio, por tanto, por lo que ya no parece tan catastrófico, y el olor que desprendía todo ya se había suavizado. Encontrabas zonas con capas de ceniza de más de 5 cm de grosor, la media era 3 cm, la temperatura alcanzada fue muy alta y carbonizó lo que se encontró por delante. Zonas por donde no podía pasar por la vegetación, ahora son libres de paso. La fauna, que antes no podía verse, ahora no tiene por donde esconderse, y está fácilmente visible. Las pocas zonas verdes que se mantuvieron fue por la humedad que provoca la cercanía al río. No se salvaron, simplemente aguantaron mejor el fuego. Lo que debemos aprender (como sociedad y sobre todo los gestores) de este hecho es la necesidad de una buena gestión forestal, larga y ardua, pero muy necesaria para evitar que se repita. Es muy necesaria también la inversión para favorecer el mantenimiento de los bosques. Espero y deseo no volver a tener que vivirlo de nuevo.

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